Thursday, January 14, 2016

Viaje a las grandes profundidades de la Luna

Aquellas ninfas que volaban sobre el agua aquella noche de verano, fueron las que la invitaron a sumergirse en el reflejo de la luna llena.

Desde el borde del pequeño lago el agua se veía cristalina, pero ahora, nadando a toda velocidad halada por las ninfas, apenas y podía ver el misterioso brillo que tanto había maravillado a la humanidad.

Sin embargo se sentía segura de que muy pronto se encontraría en la superficie del reino de Selene.

Mientras pensaba en su vida, en todos los besos que le habían robado a la luz de aquella luna llena, aquellos otoños prematuros que había sufrido en su corta vida.

Aquel horrible invierno en que la luna se fue con él, su verdadero primer amor. Todavía en sus rostro se veía las huellas causadas por sus lagrimas al congelarse sobre sus mejillas, y aún no recuperaba del todo su antiguo tono de piel, por mucho que se trataba de broncear.

Sin embargo ahí estaba, dirigiéndose a la luna, sabía que allá no le esperaba él, ni nada conocido, pero por primera vez en su vida tenía un sentimiento de tranquilidad en su pecho.

Y este sentimiento se hacía cada vez mayor, a medida que se acercaba cada vez más. Desplazaba las tristezas de los verdaderos amores.

Y el brillo blanco se esparció desde su pecho a todo su cuerpo, y cuando llego a la luna, era una selenita más, gozando, sufriendo, durmiendo y viviendo una nueva vida.

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